Una vez más, la educación en diabetes salva una vida

 Miguel José Ortega Soria, en primer plano, junto a su compañero, José Alberto Díaz Bullido.

Miguel José Ortega Soria, un agente de la Guardia Civil se encontraba en el lugar y momento oportuno para salvar una vida. Socorrió a una persona que se encontraba tirada en medio de la ruta a punto de entrar en coma. Su condición de familiar de una persona con diabetes le permitió distinguir una baja de azúcar de una borrachera y resolverla a tiempo.

Tomó una decisión en pocos segundos y gracias a ello trató con éxito una baja de azúcar severa. El agente Ortega aún se emociona cuando lo recuerda y hace participe a su pareja de semejante hazaña. «Mi mujer tiene diabetes y fue todo una suerte que yo atendiera a esta persona cuando estaba al borde de un coma diabético», sostiene.

«Estábamos en la avenida Carlos III cuando nos alertaron de la Sala 062 de que un hombre deambulaba ‘borracho’ por la carretera N-340a», en el tramo conocido popularmente como El Cañarete. «Es una carretera muy peligrosa y con mucho tráfico en verano, por lo que nos desplazamos rápidamente a la zona», sostiene Miguel José Ortega Soria.

«Observé que tenía las pupilas muy cerradas, por lo que descarté que estuviera borracho»

A su llegada al lugar de los hechos, los agentes no dieron crédito. «Nos encontramos a un joven tumbado boca abajo en uno de los carriles de la vía y los vehículos tratando de esquivarlo. Era una imagen surrealista», recuerda el guardia, al tiempo que señala que la primera impresión de los agentes es que la víctima estaba ebria.

«Mientras mis compañeros paraban el tráfico, yo me dirigí hacia el joven y observé que estaba semiconsciente». El agente relata que el hombre «estaba despierto pero con la mirada perdida, no sabía dónde estaba y tampoco hablaba».

Fue entonces cuando al agente Ortega le vino a la mente varios momentos que había pasado junto a su mujer. «Observé que tenía las pupilas muy cerradas, por lo que descarté en un primer momento que estuviese bajo los efectos del alcohol. Era una clara señal de que este joven estaba sufriendo una hipoglucemia y había que actuar muy rápido», señala.

En este sentido, Miguel José Ortega desplazó al joven al arcén para ponerlo «fuera de peligro», pidió a sus compañeros que avisaran a una ambulancia y se fue rápidamente al coche patrulla a por su mochila. «Siempre llevo sobres de azúcar porque mi mujer es diabética y ha sufrido varios episodios de hipoglucemia», explica.

En pocos segundos, el agente vertió un sobre de azúcar en una botella de agua y le introdujo el líquido por la boca al joven. «Tuve dificultades porque las personas que se encuentran en ese estado no quieren que las toques».

Se mantuvo junto al joven en todo momento hasta que llegó la ambulancia. «Advertí a los servicios sanitarios de que la víctima sufría una hipoglucemia severa, por lo que le suministraron rápidamente glucosa».

Miguel José Ortega recuerda que, una vez atendida la víctima, el médico se fue hacia él, le abrazó y le dijo: «Si no llega a estar usted aquí, este hombre estaría ahora muerto». Pero el agradecimiento que más le emocionó fue el del propio paciente que, una vez consciente, se abrazó a él y le dio las gracias.

«Según me explicó el joven, que es vecino de El Zapillo, estaba trabajando en Roquetas en una obra cuando le bajó la glucosa. No recuerda nada pero su intención era volver a casa», explica el agente Ortega, quien se sincera y señala que servicios como estos «son la mejor recompensa cuando eres guardia civil». En su trabajo y en su casa la palabra héroe no ha dejado de sonar desde aquel 13 de julio.

Fuente: Ideal, Fran gavilán,

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